Sepa que alguna vez en su vida usted ha sufrido de Neuralgia del Ganglio Esfenopalatino. Pero, no se asuste, pues esto es algo más común de lo que se puede imaginar.
Ese es el nombre científico del efecto al que popularmente nos referimos con la frase de “se me congeló el cerebro”, lo que sentimos cuando ingerimos un buen bocado de algo que está muy frío, como un delicioso y refrescante raspao.
Emulando la imagen de ‘El grito’, la famosa obra del artista noruego Edvard Munch, nos llevamos las manos a la cabeza en un desesperado e infructuoso intento de aliviar el malestar que solo se produce por unos segundos, pero cuya incomodidad hace que se sienta eterno.
A veces, en la toma de decisiones importantes para la vida no es necesario congelarse el cerebro, pero sí tener cabeza fría para no ‘embarrarla’ con acciones que se dan como producto de la calentura, la contraparte en cuanto nos referimos a la temperatura.
El fútbol, claro, no es la excepción. Y en particular es muy complejo poner en práctica esto, pues la dinámica propia del deporte lleva a un agotamiento físico y mental, el cual hace más compleja la toma de decisiones acertadas.
Sin embargo, esto aplica más que todo para los jugadores. El entrenador, si bien es cierto que también vive una propia tensión, debe procurar mandar un mensaje inteligente a sus dirigidos, quienes precisan mantener una intensidad, pero no caer en el desespero.
Y en el último partido de Junior de Barranquilla, Arturo Reyes hizo lo contrario. Está bien que el resultado no se le estaba dando al equipo, que, en un parecer personal, no estaba jugando del todo mal. Pero, mandar a la cancha a tres jugadores de un solo golpe no es un buen mensaje.
Primero, por la propia condición de los jugadores que ingresaron, quienes hasta el día de hoy poco y nada han hecho para que sigan siendo tenidos en cuenta. Y segundo, que esto es un gesto de desplanificación por parte del entrenador, quien da por entendido que ante estas situaciones la solución es meter jugadores a tutiplén y ver qué sale.
En otras ocasiones, el estratega samario ha hecho variantes muy interesantes cuando las cosas no se le van dando en un cotejo. Incluso variando su esquema en la marcha de un compromiso, algo que no se han atrevido a hacer muchos entrenadores en este club.
No hay que ser muy inteligente para saber cuándo los cambios son planificados y cuándo son desesperados. No te aceleres, Reyes. Que el sofoco del juego no te juegue mal a ti. Y si te sientes acalorado, cómete un buen raspao y enfría la mente.