El desafortunado empate de Junior ante la Liga de Quito es un manjar para aquellos que se deleitan en señalar culpables precipitadamente. De esos hay muchos entre los hinchas del ‘Tiburón’, quienes están expectantes para desenfundar el índice y señalar a los responsables de cada resultado negativo que se obtenga.
Y es que, aunque es innegable que siempre hay responsables, este análisis no debe hacerse a la ligera, apuntando casi a ojo cerrado al mismo objetivo. El más fácil. O, cómo se dice en la jerga moderna, ‘la vieja confiable’.
El camino más rápido siempre será culpar al DT. Con esta sentencia, el aficionado se ahorra el trabajo de buscar en los 90 minutos aquellos aspectos claves que imposibilitaron la victoria del equipo. Por el contrario, con increíble velocidad, mencionan el nombre del técnico y juran que emergen entre la muchedumbre como unos genios por lo rápido que resolvieron el misterio de la derrota o, en este caso, empate.
Pero, lamentablemente para ellos, en esta ocasión Arturo Reyes no tiene la responsabilidad del empate. El técnico samario sí es responsable de un planteamiento inicial que no era el más conveniente para el ‘Tiburón’ y de que sus jugadores se vieran ahogados por el dinamismo que imprimieron los ecuatorianos. Sobre todo en el segundo tiempo.
Al técnico hay que juzgarlo por eso. Por cómo jugó su equipo. Mas no por el resultado, pues eso no lo controla nadie. Así que, basándonos en esto, encontramos que, a pesar de que Junior no jugó de la mejor forma, tuvo las suficientes opciones, muy clarísimas, para sentenciar el cotejo a su favor.
Sin embargo, los futbolistas fallaron en las jugadas en la que el técnico ya no puede hacer nada y eso es lo que finalmente define el resultado. ¿Qué hay muchas cosas por criticarle al estratega? Claro que sí. Pero, en esta ocasión, el samario no es responsable del resultado. Así que, a Reyes ni lo miren.