Solo quien es víctima de injusticia sabe el sentimiento de impotencia que se genera por la ineptitud de un tercero, en cualquier ámbito de la vida. Dependiendo de en qué escenario se dé esto, habrá oportunidad de reponerse o no de aquella situación que ha causado daño.
Lo que hicieron los jugadores de Junior de Barranquilla, con amenazar a renunciar al juego por una injusticia del árbitro Jorge Duarte, es algo que se puede calificar de diversas maneras. Desde la justificación, hasta la condenación. Cada quien tendrá sus parámetros.
Lo que sí es cierto es que los futbolistas del ‘Tiburón’ debieron borbotear en gran manera para llegar a tomar una decisión más que atípica. Al parecer, sin precedentes en la historia de la institución.
Pero, este comportamiento tiene un trasfondo que va más allá del infame error del aprendiz Duarte. Lo que hicieron los hombres del ‘Rojiblanco’ fue una representación del sentir del caribeño colombiano, el cual ha sido y es mirado con desdén desde el resto de las regiones del país. Eso es una realidad.
Por más que en la prensa del interior quieran hacer creer que esto es un sentimiento acomplejado de los costeños, la verdad es que, desde el sitio en el que termina el Caribe, existe un recelo hacia todas las acciones, logros o cosas que se hacen desde esta parte de Colombia.
Insisto, esto no es solo en fútbol. Los miembros del plantel juniorista se pudieron haber equivocado en su decisión. Pero, la campaña de los medios de comunicación y periodistas nacionales, en contra de lo que es Junior de Barranquilla, es algo verdaderamente infame.
“Esperamos también el apoyo de toda la afición el sábado, porque seguramente hay muchas personas que quieren que Junior no clasifique”, dijo Arturo Reyes en su arribo a Barranquilla. “Junior es contra Colombia”, dijo Jermain Peña en medio de su calentura, aún en suelo.
Eso, amigos, no es casual. Dos hombres de la costa, dos hombres que saben lo que se siente desde este lado del territorio colombiano. Sin embargo, lo bueno de todo esto es que el Caribe no necesita la aprobación, la admiración o el cariño del resto del país. Aquí simplemente estamos rodando el dedo con el que los amigos cachacos quieren tapar el sol.
Junior ahora mismo está sumido en un sentimiento de rabia, que, si se maneja de la manera adecuada, puede resultar muy provechoso. Para eso, todo el remordimiento que se apodera de la plantilla debe tranformarse en ímpetu y salir a hacer justicia por pie propio en el campo de juego.
El partido versus Once Caldas se presenta como una muy linda oportunidad para reciclar toda esa rabia que el accidentado juego en Bogotá dejó como saldo. Tendrán una oportunidad de oro para redimirse ante su público, algo que muy pocas veces se le da a este equipo.
Esa situación con Duarte y los jugadores amenazando con no seguir el juego me hizo recordar a lo que sucedió con la selección de Panamá en una copa de oro cuando el Bolillo era el técnico.